“¿Cocina con o sin isla? Esa es la cuestión”. Si Shakespeare hubiera vivido en el siglo XXI y se hubiera planteando la redecoración de su hogar, quizá hubiera incluido esta frase en su mítico ‘Hamlet’. Dejando al margen el mundo de la literatura, en la vida real esta pregunta es una de las más frecuentes cuando de cocinas se trata. Echa un vistazo a los pros y contras de este tipo de distribución para salir de dudas.
La cocina con isla, un acierto
Decidirse por una cocina con isla es un gran acierto si se dan los siguientes requisitos.
- Mucho espacio: las cocinas espaciosas permiten la inclusión de islas en la estancia. Además de mejorar la estética de la sala suponen más superficie para cocinar, cortar alimentos, almacenar menaje en los armarios inferiores, etc.
- Uso doble de la cocina: una cocina con isla permite utilizarla, además de para preparar ricas recetas, como punto de encuentro entre familia y amigos. Junto a estas islas se pueden poner taburetes altos y emplear la superficie como si de una mesa se tratara.
- Comodidad, comodidad, comodidad: cocinar se vuelve más sencillo si dispones de una encimera ‘extra’ sobre la que dejar sartenes, ollas, tablas de alimentos, platos, etc.
La cocina con isla, un error
En ocasiones, la isla en las cocinas no resulta un acierto. Estos son los casos en los que es mejor olvidarse de ella.
- Poco espacio: las cocinas en las que no sobra espacio no se adaptan bien a las islas. Si se opta por esta distribución corres el riesgo agobios por falta de huecos libres y puede que te resulte incómodo preparar tus suculentas recetas.
- Sin campana extractora potente: si la isla incluye los fogones, necesitarás sí o sí una campana extractora potente para que los olores no se distribuyan a toda la casa.
- Objeto inamovible: ten muy presente que la isla se convertirá en un elemento fijo que puede terminar por cansarte. Una buena opción puede ser recurrir a poner ruedas bajo estos muebles y así moverlos cuando quieras.